“Los poetas nunca han sido tipos populares”

Juan Luis Calbarro reúne en Caducidad del signo toda su obra poética

MARIBELTZA SCHWARTZ. Palma

Editora Regional de Extremadura ha publicado Caducidad del signo, que reúne prácticamente toda la obra poética publicada del palmesano Juan Luis Calbarro, así como el libro inédito Breviario de Fuerteventura, una colección de haikus relacionada con su estancia de cuatro años en aquella isla. El año pasado, coincidiendo con un cambio de etapa en la que fuera la editorial pública más activa de España y que, sin embargo, sumaba algunos años de decadencia, el nuevo director –Eduardo Moga– se fijó en la obra de Calbarro, nieto de extremeños, para retomar la colección de poesía de la ERE. “Para mí”, dice el autor, “ha sido una enorme satisfacción, porque ha supuesto revisar y reorganizar una obra de más de veinte años, por lo que tiene de reconocimiento y porque la ERE trabaja muy bien: el libro ha quedado precioso”.

Su obra ha sido calificada de “poesía de la mirada: al mundo que nos rodea y al mundo interior de su autor. Dotada de una gran plasticidad, pero también de una rica articulación intelectual, la poesía de Juan Luis Calbarro se asoma a los recovecos del paisaje y de la historia para dibujar un cosmos incitante, entre el asombro y la meditación”. Según una nota de la editorial, el autor “persigue siempre el fértil desconcierto del lector. Su obra se alimenta de todas las tradiciones líricas y culturales, desde las robustas sagas sajonas hasta la delicada poesía oriental, pasando por Roma y su literatura, y de unas formas expresivas obsesivamente precisas, que armonizan lo figurativo y lo irracional”. El resultado es, así, “un verso sobrio y sorprendente, cuya mesura no excluye el deslumbramiento”.

Bertolt Brecht tituló un poema “Malos tiempos para la lírica”, allá por 1939, y en los 80 españoles el grupo Golpes Bajos le tomó prestado ese título para una de sus canciones. Para Calbarro, “nunca han sido buenos tiempos para la lírica y todos lo han sido. Si por buenos tiempos entendemos una sociedad feliz de lectores masivamente interesados por la lectura de la poesía…, nunca lo han sido. A veces, porque para la historia han quedado como grandes figuras, tenemos la tendencia a creer que en los tiempos de Góngora y Quevedo los poetas eran saludados a su paso por multitudes que se sabían de carrerilla sus sonetos… Los poetas, salvo casos realmente excepcionales como Lope o Shakespeare, que eran dramaturgos de moda, nunca han sido tipos populares, ni la realidad jamás ha sido idílica. Sin embargo”, concluye, “tanto en los mejores como en los peores tiempos, siempre ha habido, hay y habrá personas interesadas en que las palabras digan algo más que lo evidente, revelen los ángulos muertos. Para cubrir esa necesidad están los poetas. Hoy, como siempre”.

Calbarro pasó por la política, pero cuando presenta su libro prefiere no extenderse sobre una etapa de la que se siente orgulloso y de la que, sin embargo, sacó conclusiones decepcionantes. Respecto de aquella experiencia, en contraposición con la poesía, reconoce que “mis amigos se preguntaban qué hacía yo, que he dedicado mi vida al lenguaje, en un mundo del no-lenguaje como es la política. Mi respuesta siempre era la misma: la política puede ser una ocupación honesta, la más digna si es bien entendida y practicada, y su lenguaje no debería dejar de lado lo que es función primera del lenguaje: comunicar, revelar, desvelar. Es cierto, no obstante, que en demasiadas ocasiones los políticos hablan más para velar que para desvelar. Tal vez algún día deje de ser así. De momento, nosotros –se refiere a UPyD– no conseguimos cambiar eso”.

Juan Luis Calbarro reúne en Caducidad del signo (Mérida, 2016) la mayor parte de lo aparecido en volúmenes como Trébol (1994), Elegía sajona (1998), Circunstancias de la metamorfosis (1998), Sazón de los barrancos (2006) o Museos naturales (2013), pero su producción se extiende a múltiples géneros. El Mundo-El Día de Baleares.

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